En la facultad de Javier las clases habían finalizado hacía una hora, sin embargo él continuaba en el mismo sitio que ocupaba cada mañana a primera hora para poder descansar los ojos sin que el profesor se diera cuenta. Ese día había sido distinto. A penas quince minutos después de empezar la clase, algo empezó a vibrarle en el bolsillo. Cuando consiguió sacar el móvil la pantalla iluminada le ofreció la sorpresa más ilógica que podría haberse imaginado en esos momentos. Era imposible que aquel número estuviera volviendo a querer contactar con él. No después de tanto tiempo.
Aun ahora seguía contemplando el móvil. No sabía qué hacer. Podría devolver la llamada pero, ¿y si se había equivocado a la hora de marcar su número? Quedaría como una persona muy débil ante sus ojos y eso era lo último que deseaba en esos momentos. Además, le había llamado en horario de clase, si no se había equivocado ¿cuál sería el motivo?
Estaba hecho un lío. Miles de preguntas recorrían su mente de lado a lado haciendo que las dudas y el miedo aparecieran de nuevo en su cabeza. Quería devolver la llamada, preguntar por qué había pensado en él después de tanto tiempo, pedir explicaciones de su desaparición… pero para ser francos, ni si quiera tenía valor para hacerlo. Era tanto el shock que le había causado ver de nuevo ese nombre en su pantalla que aun creía que estaba soñando y que en cualquier momento se despertaría en su cama por los pitidos del coche de Lucía. Pero no, no era un sueño. Antes de que Javier pudiera tomar una decisión su móvil comenzó a sonar de nuevo. Ese nombre, ese número. ¿Lo cogía? La melodía de “The man who can’t be moved” de The Script que tenía puesta como tono de llamada continuaba sonando. ¿Y si era algo importante? A Javi cada vez le sudaban más las manos. Estaba nervioso, muy nervioso, podría decirse incluso que atacado.
- ¿Si?
¿Qué había hecho? Un impulso le había llevado a pulsar la tecla verde y ahora tenía el móvil en la oreja esperando una respuesta que no llegaba.
- ¿Javi?- la voz sonaba más cansada de lo que él recordaba
- Si, soy yo
- ¿Cómo estás?
- Bien, supongo- ¿Ahora se preocupaba por él? Javier no podía creer lo que estaba oyendo
- Me alegro
Silencio. ¿Para eso le había llamado? La mente podría explotarle en cualquier momento debido al colapso de preguntas sin respuesta que se iban amontonando una a una.
- Verás… Te he llamado porque quiero pedirte un favor- continuó la voz
- ¿Un favor? No sé si estás en condiciones de pedirme nada…
- Javi por favor, necesito verte
- ¿Qué?- ¿de verdad había escuchado eso?
- Necesito verte- volvió a repetir la voz al otro lado del teléfono
- ¿Para qué?
- Te lo explicaré si accedes a quedar conmigo
Javi suspiró. ¿Qué podía hacer? No tenía ni el más mínimo entusiasmo en quedar, pero por otra parte debía de ser algo importante si después de cuatro años le estaba volviendo a llamar.
- ¿Cuándo sería?- se decidió por fin
- Si puede ser hoy mismo mejor
- ¿Hoy? Estoy en la universidad ahora mismo, no sé si voy a tener tiempo
- Javi por favor, serán solo unos minutos. Come conmigo
- Está bien, ¿dónde y cuándo?
La voz al otro lado del teléfono le dio la dirección de un bar que Javi intentó memorizar. Sabía que estaba cerca de donde él vivía, así que no tendría problemas para encontrarlo.
- A las dos y media allí
- Vale, pues allí nos vemos
- Hasta ahora entonces
- Adiós
Cuando Javi colgó aun le temblaban las piernas. Qué raro había sido volver a mantener una conversación después de tanto tiempo. Notaba la voz más mayor y menos viva de lo que él recordaba. Ahora su mente estaba en blanco. Todas las preguntas habían desaparecido por completo, y sólo rondaba por su cabeza una. ¿Qué demonios querría su padre ahora?